jueves, 13 de marzo de 2014

"Vive como si murieras para poder morir diciendo que esto mereció la pena".

Otra vez. Y miro al pasado y me resulta extraño y distante que haya pasado tan rápido todo. Hace un año estaba en las prácticas del hospital, emocionada como una niña pequeña, feliz levantándome cada día antes de las siete de la mañana, leyendo un libro sobre el TLP en el metro, saludando a las personas de recepción y al vigilante de seguridad de la puerta al llegar; abrir mi cuaderno de notas, hacer hipótesis, escuchar, observar, aprender, emocionarme; demostrarme a mí misma que mi sitio era ahí, en la consulta. El temblor de manos y la felicidad agarrada en mi garganta en mi entrevista con mi primer paciente. Cómo se me pasaba el tiempo volando con los niños. Y veía a los residentes: hablando de tratamientos que yo no conocía, de teorías que ni me sonaban. Y aprender, aprender. Y absorber, absorber. Imaginarme allí, con la bata blanca. El vuelco en el estómago que me dio cuando me confundieron con una residente. Sí, ese era mi destino, pero en ese momento no tenía claro en qué momento se cristalizaría. Ahora sé que nunca lo voy a saber, aunque ese día llegará, por supuesto. Pero hace un año, no sabía cuándo exactamente iba a prepararme el PIR: que si el MPGS, másteres de Clínica,que si la ley cambiaba a cada día, cada profesor nos decía una cosa... Pero empecé a buscar información, volví a esa academia por la pasaba todos los días durante mi infancia y lo decidí: me apunté al curso de mayo, mientras acababa la carrera. Me sentía más perdida que un niño en un centro comercial. Hablaban de cosas que yo no conocía, de autores que nunca jamás había oído, de un libro que llamaban "la Biblia" y no sé cuántas cosas más. Pero estaba tan feliz: me había decidido, ya estaba en ello, ya sólo quedaba mirar hacia delante.

Pasaron muchos meses, acelerados entre estas 4 paredes. Y van a volver a pasar. De hecho, ya lo están haciendo. Y entonces miras a tu alrededor. Tus compañeros se van dispersando, todo el mundo continúa con su vida. Algunos tienen trabajo, otros están en másteres, otros encaminándose hacia el Doctorado. Y de repente, te sientes atrás, como una niña abandonada de la que los demás se han olvidado. Te dicen planes y tú "siempre estás con lo mismo" y no puedes salir. Vuelves a leer lo mismo una y otra vez. Y entonces, puede que te desesperes. Piensas que "merecerá la pena", es tu SUEÑO. Pero, ¿cuándo llegará tu momento? ¿cuándo será tu día? Pasas por delante del Ministerio de Sanidad y te da un vuelco el corazón. Y entonces, tienes que cambiar la perspectiva y decir, ¡qué demonios!, ahora también MERECE LA PENA. Merece la pena madrugar, estar sentada durante horas y horas. Merece la pena renunciar a ciertas cosas. Porque merece la pena todo lo que estoy aprendiendo, maravillarme con la historia de la Psicología desde tiempos tan antiguos, ver cómo puedes palpar la magia saliendo de los libros, cómo tu cerebro va integrando los conceptos, cómo ves la realidad de otra forma. Ese manual con olor a nuevo, esos bolis de colores tan vivos, ese esquema en el que te esmeras durante horas. Los compañeros que vas conociendo en el camino, su altruismo, sus ánimos, su bondad. Me llevaré los libros el poco tiempo que me vaya de vacaciones y cuando esté estudiando, levantaré la vista y sentiré la brisa. Y sabré que estoy haciendo lo correcto, que sigo viva, que mi esfuerzo es mayor que el de muchos otros. Que quienes te quieren de verdad nunca han dejado de estar a tu lado y si los necesitas, solamente te basta con alcanzar la mano; que la esperanza que depositan en ti es lo más grande que puede haber.

Tenemos que disfrutar el camino o nos perderemos la vida misma. Con calma, paso a paso. Y entonces, llegaremos a la meta final completamente preparados para lo que pueda avecinarse. Y entonces, comenzará otra nueva sendera, otra importante parte de tu vida. Pero por favor, no te olvides de que ahora también es vida.

1 comentario:

  1. Me gusta esa filosofía, disfrutar aprendiendo! No la pierdas y seguro que antes de que te des cuenta nos narras tu primer día de residencia, mucho ánimo! Un abrazo.

    ResponderEliminar