jueves, 3 de septiembre de 2015

El PIR ni rima ni me abandona.

El PIR es muy duro, ya lo sabemos. Lo repetimos día tras días, nos quejamos, nos frustramos, lloramos... otras veces, ironizamos y nos reímos de nuestro amor repentino por los posits o por sentirnos raros por vestirnos con ropa de calle para el día del examen después de meses en pijama.

El PIR puede hacer que nos replanteemos muchas cosas en nuestra vida: ¿es esto lo que quiero realmente hacer? ¿cuánto tiempo durará? ¿cuánto aguantaré? ¿debo continuar? Día tras día, nos esforzamos. Hay veces que nos levantamos pletóricos de alegría, optimistas porque ayer conseguimos terminar área y porque vimos Anatomía de Grey y nos acordamos de cuánto queremos trabajar en un hospital y convertirnos en Psicólogxs Clínicxs y, por qué no, ligar con neurocirujano buenorro (sí sí, sé que muchxs lo hacéis, ahora no miréis para otro lado). Hay otros momentos, en cambio, en que nos venimos abajo, no nos vemos capaces y pensamos: ¿para qué? ¿de verdad es esto o nada? Digamos que nuestrO estado de ánimo tiene ritmos propios, desde ultradianos a circadianos, que fluctúan a veces sin saber muy bien el porqué.

Pero el PIR también es un compañero fiel. El conocimiento, los apuntes, los otros PIRados... siempre están ahí. Si fuera llueve y hace un frío horrible, tú estudias calentito en casa tomándote un té (o tropecientos, según). Si fuera hace mucho calor, tú estudias con aire acondicionado (en mi caso, en la biblioteca). Después de estudiar 8 horas, te das una vuelta al final de la tarde que te sabe a gloria. Si has discutido con una amiga, los tratamientos de la depresión no te abandonarán. Apagas el móvil y lo guardas en un cajón bajo llave en el otro extremo de la casa y, en el descanso, vas corriendo a buscarlo y ves un mensaje de ánimo de tu novio o un friki chiste malo en twitter. No te entran las edades de las odiosas escalas Weschler (maldito seas, querido) y te desahogas en facebook con tus comPIReros que te mandan veinte mil trucos divertidos para aprendértelas. Si lo has dejado con el novio, te secas las lágrimas y te concentras en luchar por tu sueño y repasas la teoría de los cinco grandes (aunque en los descansos llores desconsoladamente). Si tus padres te han puesto histérica perdida, repasas evolutiva y piensas en bebés chupándose el dedo (ains, esas reacciones circulares primarias tan adorables^^).

El PIR te hace demostrarte a ti misma que puedes hacer cosas excepcionales y no me refiero sólo al gran esfuerzo intelectual que conlleva. Puedes sacar lo mejor de las peores situaciones, aprendes a disfrutar más de cada instante, a animar a tus compañeros aunque tú tengas también el corazón en un puño... y siempre vuelves al PIR.

A veces, miro mis coloridos apuntes; rosa, verde, amarillo... Cada línea, asterisco, fluorescente con su significado concreto ( y ay del pobre que me pille el día que se me ha acabado el subrayador de cosas importantes, ejem). Las libretas de tratamientos con sus tablas de eficacia, sus exclamaciones al lado de "EH ESTO LO FALLASTE". Horas de esfuerzo, de creatividad y dedicación. El olor de los apuntes recién impresos, esos cientos de posits de diferentes tonalidades que se amontonan en un rincón del escritorio (aunque acabemos usando siempre los amarillos que son los que mejor se ven), el dedo lleno de motas de bolígrafo (en serio, nos duchamos aunque no lo parezca), abrir el simulacro impoluto en blanco y respirar, machacarte porque has vuelto a fallar esa pregunta odiosa sobre los tratamientos del asma. Integras todo eso en tu rutina, forma parte de ti y te das cuenta de que eres feliz. Sí, lo eres. Lo eres aunque llores, aunque maldigas, aunque tengas el pelo sucio y las gafas torcidas, aunque estés harta de madrugar, aunque pienses que nunca jamás podrás aprenderte todos los nombres de los fármacos, aunque te duela el culo y más que netas estés ganando kilos, aunque no recuerdes la última vez que te pusiste tacones, aunque la mayor alegría del día haya sido el paseo de vuelta de la biblioteca. Aunque, aunque, aunque...

Y el PIR, siempre ahí y nosotras, ahí para él.

Persistiremos
Insistiremos
Resistiremos

¡¡ AU AU ESPIRTANOS !!

2 comentarios:

  1. ¡Hola! Estoy en tercero de psicología y estoy un poco indecisa sobre qué haré cuando acabe el grado. ¿Tú hiciste el máster y luego te embarcaste en la aventura que supone el PIR o fuiste directamente a por lo segundo? ¿Algún consejo u opinión? ¡Te lo agradecería! Un saludo :)

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    1. ¡Hola! Puedes mirar entradas anteriores en las cuales cuento cómo y con quién me he preparado el PIR (primero con Cede, luego con Foco y cuando tenga el número de orden de este año también actualizaré).
      Si te refieres al Máster de Psicólogo General Sanitario yo no lo he hecho ni lo voy a hacer (soy habilitada de modo que "no me hace falta" y tampoco me interesa por contenidos). Yo estoy haciendo el título propio llamado Máster de Psicooncología y Cuidados Paliativos, que es un tema que me atrae mucho y desde que empecé la carrera sabía que en algún momento de mi vida lo acabaría haciendo. Lo empecé este año, en octubre de 2015, dos años y poco después de comer a prepararme el PIR (empecé con clases en mayo de 2013 mientras acababa la carrera y me puse a estudiar en agosto).

      Se está hablando de pedir el MPGS como requisito para presentarse al PIR (hay un grupo de facebook que se llama "Psicología y legislación" que está muy bien para este tipo de cosas dudas legales). Yo en tu caso, me aseguraría de ser primero PGS ya que el PIR es difícil de sacar (no imposible) y puedes estar varios años estudiando (aunque lo puedas sacar a la primera) y si te puedes permitir hacer el MPGS antes y asegurarte al menos de ser PGS, yo lo haría. De momento, poco más te puedo decir ya que prefiero no "aconsejar" hasta tener mi número de orden definitivo.

      Espero haberte servido de ayuda,

      un saludo!

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