martes, 14 de abril de 2015

¿Qué quieres ser de mayor?

-¿Qué quieres ser de mayor?
-Quiero cuidar a las personas.

Después de un año y medio preparándome la oposición, a veces me olvido de hasta dónde he llegado. A veces, sólo a veces, me frustro y me martirizo pensando en "el tiempo que estoy perdiendo", por la impotencia y la incertidumbre de "cuándo llegaré a mi meta". A veces, pienso que me he equivocado. A veces, pienso que sería igualmente feliz haciendo cualquier otra cosa. A veces, olvido las noches que pasé en el hospital deseando dejar de ser la paciente para ser la profesional. A veces, subestimo el esfuerzo que hice sacándome segundo de bachillerato en un mes. A veces, no recuerdo que hice un pedazo de selectividad y que yo, sí, yo, elegí Psicología por encima de todas las demás cosas. A veces, peco de soberbia y prepotente pero, también a veces, peco de hacerme pequeñita, de minusvalorarme y acobardarme.

A veces, me parece irreal la seguridad con que puse "Psicología en la UCM" en el formulario de inscripción; yo solamente quería poner esa opción: era MI opción, la única válida. A veces, olvido el cosquilleo en el estómago cuando tuve mi primera clase en la facultad (Estadística,¿qué tiene que ver esto con la Psicología? y aún así, me encantó). A veces, lloro de tristeza y necesito recordar que también lloré de alegría el primer día que tuve prácticas en el hospital. A veces, olvido a mi primera paciente en solitario (Ángela); no, miento, a ella nunca la podré olvidar. O cómo se me caía la baba con el nene de 3 añitos mientras lo evaluaba a través del juego. La enorme emoción y curiosidad en las sesiones clínicas, aprendiendo de los mejores, pensando, reflexionando, intercambiando hipótesis e ideas. Los cursos, los libros, los documentales, las películas, los testimonios.

No, no, no. ¿Cómo voy a poder olvidarlo todo? ¿Cómo puedo siquiera pretender fingir que esto no es lo que quiero hacer? Cómo hacer para no emocionarme, para no ser empática, para que no me guste escuchar. Sería mucho más fácil que esto no me gustase, que no tuviera esta vocación que no sé de dónde narices me viene. Mi vida podría ser mucho más ligera, liviana, sencilla. Podría no querer ser Clínica ni hacer Psicooncología. Podría no querer escuchar lo mejor y lo peor del ser humano, podría no acompañar al sufrimiento, darle la mano y andar con él por el camino. Podría, en definitiva, no ser yo.

Pero aquí estoy, recordando. Recordando por qué, desde siempre, he querido hacer y ser esto. Que por mucho que quieras olvidado, lo que llevas pegado bajo la piel es imposible de ocultar.

Quería ser Psicóloga, quería ayudar a los demás. Quería. Y ahora, lo soy: soy Psicóloga. Aún me da miedo decirlo, aunque ya terminé la carrera en el 2013. No me parece lo mismo decir "he estudiado Psicología" que "soy Psicóloga". Pero lo que soy, con todas y cada una de las letras, es lo que siempre he sido y he tenido que ser. Y seré Psiconcóloga. Al menos eso, tiene fecha. Y, por fin, seré Psicóloga Clínica. No sé cuándo, pero lo voy a ser, no hay duda en ello. Ninguna. Y seguiré siendo, cada día de mi vida, porque nunca se termina del todo, porque siempre hay algo nuevo en tu interior y en los demás.

Seguiré esforzándome cada día, Me esforzaré en el máster, me esforzaré en el PIR, me esforzaré en la residencia, me esforzaré cada segundo con cada paciente, me esforzaré con mi familia, me esforzaré con mis amigos. Me esforzaré conmigo misma. Y nunca jamás, olvidaré todo lo que me he esforzado y tampoco todo lo que no he luchado y podría haber hecho. Porque cada mínimo paso, cada quiebro, cada curva y bache, todo ello, me ha llevado a estar hoy aquí: soy Psicóloga.